Como era de costumbre en el colegio al que iba, para comenzar las clases con una buena integración hacia aquellos chicos que no habían venido en años anteriores, realizábamos actividades en un campo, donde intercambiábamos muchísimas cosas y lográbamos conocernos mejor para que los días de clase no se hicieran tan vergonzosos para nadie.
Allí fue que lo conocí, a él, al único, al primero.
Fue así que me fui acercando y al año siguiente era mi mejor amigo, mi compinche y mi compañero con preferencia en cada trabajo de equipo que tuviera que hacer.
Cada que llegaba el fin de semana él me llamaba, o si no era así lo hacía yo. Realmente no podíamos habernos unido más, o eso creía…
La verdad no voy a negarlo, me gustaba, mucho. ¡Era lo que esperaba hace tanto! Bueno, no tanto, pero si lo que esperaba.
De todos modos su relación fue corta y de a poco él comenzó a mostrar interés en mí. No existía un solo día en que me fuera mal y no recibiera un sms de preocupación por su parte, me sentía tan bien.
Los siguientes dos meses y medio fueron los mejores de mi vida, los mejores que hubiera siquiera imaginado tener. Casi todas las mañanas recibía un mensaje preguntando como había amanecido, y lo mejor de todo… no me pedía nada a cambio… estar conmigo era suficiente.
El problema fue cuando su hermano llamó diciéndome que me engañaba con alguien más. Mi corazón se rompió en mil pedazos, nunca antes me había sentido tan mal. Y es que un engaño lo veía como algo de novela, algo que no podía pasarme a mí, de ninguna manera...
Continuará...
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